jueves, 13 de diciembre de 2007

El hombre invisible




Hace años un famoso periodista de Nueva York, decidió pasar 72 horas como un indigente sin dinero, ni teléfono, eliminando absolutamente todas las comodidades que la vida nos ofrece. Era invierno y durmió en la calle, visitó un hospicio y un restaurante y lo que mas le sorprendió era que aun pareciendo en ocasiones que estaba enfermo o incluso muerto, nadie se paró a prestarle ninguna atención. Gracias a esas 72 horas escribió un ensayo denominado “El hombre invisible”.

Releyendo dicho informe estos días una duda me asaltó a en la mente. ¿Cuántos hombres invisibles tenemos en la empresa? ¿Conoces a las personas que te rodean? ¿Serías capaz de explicar a lo que se dedican exactamente todos tus compañeros de trabajo? Pero es más ¿De cuántos podrías decir lo que les gusta, lo que les hace feliz o lo que quieren?.

Muchos nos llevamos las manos a la cabeza cuando se publicó “El hombre invisible”, sin embargo no nos escandalizamos al comprender que somos nosotros y nuestra actitud los que creamos hombres invisibles cada día. A nuestro alrededor. En nuestra empresa.

Jovenes de los que creemos que “aun no saben de la vida”. Personas mayores que “ya no se enteran”. Jefes que “sólo quieren ascender”. O compañeros con los que “hay que tener cuidado de lo que se dice”. Por estas y otras conclusiones “mucho más elaboradas”, decidimos no entablar relación con muchos compañeros a los que convertimos en invisibles.

No quiero parecer hipócrita y decir que debemos llevarnos bien con todo el mundo que nos rodea, ni siquiera cuando el espíritu de la Navidad aporrea ya en mi puerta. Simplemente deseo que prestásemos menos atención a nuestro ombligo y le dedicásemos unos minutos a los compañeros de trabajo.

Aristóteles dijo “En las termas había mucha gente, pero pocas personas”. Quizá tenga razón. Quizá simplemente se creía tan superior que no le dedicó un rato a entender y escuchar al resto.

En el estudio “El hombre invisible” finalmente el periodista fingía su muerte. Pasaron cuatro horas en una de las principales avenidas de Nueva York hasta que alguien se paró a ver qué pasaba. ¿Cuánto vas a esperar tú para descubrir qué pasa?. Te animo a que des el paso. Crecerás como profesional, pero mucho más como persona.

www.rubenturienzo.com

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